APRENDER A DECIR QUE NO

Demasiadas veces no saber decir que no se convierte en algo que nos puede perjudicar en nuestro día a día. Nos ocurre a todos de manera más o menos frecuente. Anteponer la satisfacción de otras personas a la tuya está muy bien y es incluso admirable cuando lo haces de manera consciente y voluntaria por las razones adecuadas. No está tan bien cuando inconsciente y gradualmente vas dejando de vivir tu vida para vivir la de los demás.

Todo se complica cuando no eres capaz de decir no lo suficiente y terminas llegando en una situación en la que siempre tienes demasiadas cosas que hacer, pero la mayoría de ellas no tienen un valor real para ti y tu vida. En casos extremos, esto puede conducir a una sensación de vacío y un nivel de estrés tan elevado como innecesario.

Pero, ¿por qué lo hacemos? Hay muy diversas razones, y aunque algunas pueden parecer razonables y altruistas, suelen ser equivocadas:

Bien, no se trata de decir a todo que no, pero no deberías hacer aquello que no te aporta nada. Eso te hace daño, literalmente. ¿Cómo puedes tratar con estas situaciones? Piensa en estas cosas cuando alguien te pida algo:

Resumiendo, aprende a ser asertivo, a valorar tu vida, y busca siempre relaciones con buenos fundamentos.

Aprender a decir no es un gran favor que puedes hacerte a ti mismo. Reducirás tu sobrecarga de trabajo y tu nivel de estrés, y dispondrás de tiempo para hacer lo que realmente te importa. Y la mejor forma de aprender a decir no es practicando, así que ¡ánimo, no te cortes!

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