Demasiadas veces no saber decir que no se convierte en algo que nos puede perjudicar en nuestro día a día. Nos ocurre a todos de manera más o menos frecuente. Anteponer la satisfacción de otras personas a la tuya está muy bien y es incluso admirable cuando lo haces de manera consciente y voluntaria por las razones adecuadas. No está tan bien cuando inconsciente y gradualmente vas dejando de vivir tu vida para vivir la de los demás.
Todo se complica cuando no eres capaz de decir no lo suficiente y terminas llegando en una situación en la que siempre tienes demasiadas cosas que hacer, pero la mayoría de ellas no tienen un valor real para ti y tu vida. En casos extremos, esto puede conducir a una sensación de vacío y un nivel de estrés tan elevado como innecesario.
Pero, ¿por qué lo hacemos? Hay muy diversas razones, y aunque algunas pueden parecer razonables y altruistas, suelen ser equivocadas:
- Queremos ayudar. Confundimos comportamientos supuestamente positivos con otros supuestamente negativos. Parece que negarse a hacer algo es egoísta, mientras que aceptar hacerlo es un acto de amabilidad, generosidad y empatía.
- Temor a ser rechazados. Queremos caer bien a los demás, y buscamos su aprobación. No queremos que nos marginen.
- Respeto a los demás. A veces consideramos que, simplemente, esa persona no se merece un no por respuesta.
- Temor a enfrentamientos. Queremos evitar conflictos innecesarios y mantener un buen ambiente. No queremos que una relación se tambalee como resultado de una respuesta negativa.
- Sentimiento de culpabilidad. A menudo no nos quedamos tranquilos cuando decimos no. Estamos constantemente castigándonos a nosotros mismos por esa decisión, aunque fuera totalmente lógica.
- Temor a perder oportunidades. Pensamos que si decimos que no ahora, en el futuro no nos ofrecerán otras cosas que sí pueden interesarnos.
Bien, no se trata de decir a todo que no, pero no deberías hacer aquello que no te aporta nada. Eso te hace daño, literalmente. ¿Cómo puedes tratar con estas situaciones? Piensa en estas cosas cuando alguien te pida algo:
- Debes tener bien claros tus compromisos, conocerte a ti mismo y actuar con integridad. Antepón tus prioridades, proyectos e intereses personales. Si lo que te proponen no tiene nada que ver con ello, simplemente recházalo.
- Valora tu tiempo. Decir que no a algo te permite decir que sí a otras cosas que de verdad te interesan. Si demuestras a los demás que valoras tu trabajo, tu tiempo y tus prioridades, al contrario de lo que piensas, te respetarán por ello.
- Si aceptas todo lo que te piden, no eres tú mismo, no evolucionas como persona, no mejoras.
- Si después de una negativa, tu relación con una persona se deteriora, no era una relación sincera, sino interesada. No dejes que te chantajeen. Además, piensa que alguien que te aprecie nunca te pediría hacer algo que te perjudique.
- Puedes ser generoso, pero evita los abusos. Si lo que te piden es abusivo, trata de negociar unas condiciones equilibradas para aceptar, o recházalo.
- Si no lo tienes claro, retrasa la decisión, y dile que lo tienes que pensar. Entonces busca argumentos sólidos para poder aceptar la petición. Si no los encuentras, recházalo.
- Cuando digas no, hazlo de forma educada pero firme. Demuestra que respetas sus sentimientos y opiniones. Estableciendo los límites desde el principio y expresando lo que no te gusta, te ganarás su respeto.
- No inventes excusas, sino la situación se repetirá constantemente. Ni siquiera tienes por qué dar explicaciones. Tú eres el dueño de tu tiempo.
- Antes de aceptar algo, piensa en sus implicaciones. ¿Cuánto tiempo necesitarás? ¿Cómo afectará a tu vida profesional, personal o familiar? ¿Qué coste acarreará? ¿Qué otros proyectos vas a tener que sacrificar?
Resumiendo, aprende a ser asertivo, a valorar tu vida, y busca siempre relaciones con buenos fundamentos.
Aprender a decir no es un gran favor que puedes hacerte a ti mismo. Reducirás tu sobrecarga de trabajo y tu nivel de estrés, y dispondrás de tiempo para hacer lo que realmente te importa. Y la mejor forma de aprender a decir no es practicando, así que ¡ánimo, no te cortes!