DEJAR DE CULPABILIZARSE

La culpa es un sentimiento que experimenta la persona por algo que ha pensado, dicho o hecho. De una forma exagerada, se cree responsable de cada error cometido.

Seguramente, si sientes culpabilidad, te sientes pequeño/a, incapaz y poco valioso/a. Puede que incluso pienses que has decepcionado a los demás y te vas aislando poco a poco.

Normalmente, el sentimiento de culpa lleva a la persona a centrarse en los errores cometidos  y a minimizar los logros.

Manifestaciones del sentimiento de culpa 

Seguro que te suenan algunos de los siguientes síntomas. Si es así, es el momento de pedir ayuda.

Cualquier opinión o crítica te afecta.

Autosaboteas tu propio éxito.

Magnificas o exageras todo.

Ves errores donde los demás ven aprendizaje.

Te disculpas constantemente.

Sientes la obligación de satisfacer a los demás.

Es difícil para ti decir que NO. 

Tiendes a callarte si algo te molesta.

Tienes miedo a hacerle daño a los demás o a su rechazo.

Tienes miedo de ser abandonado.

Algunas creencias de personas con sentimiento de culpa son las siguientes:

No merezco ser feliz.

Es mi culpa si los demás no son felices.

Soy el responsable de todo lo que ocurre a mi alrededor.

Tengo que ser responsable todo el tiempo.

Si los demás no me tratan como me gustaría es porque he hecho algo mal.

Cometer errores es terrible.

Si no satisfago a los demás todo el tiempo se enfadarán conmigo y me abandonarán.

Claves para entender el sentimiento de culpabilidad

¿Qué ocurre cuando una persona dice, por ejemplo, “me siento culpable por haberle gritado a mi hijo”? En realidad, la persona se está identificando con una parte o un comportamiento suyo (en este caso, haber gritado a su hijo). Al mismo tiempo, otra parte de la persona, que podríamos denominar como su “juez interno”, le culpa de esa conducta realizada.

Para valorar su alcance, lo primero que tenemos que hacer es identificar ante qué tipo de emoción nos enfrentamos: ¿se trata de una culpa funcional o disfuncional? 

La clave nos la puede dar poner conciencia en si esta emoción nos ayuda realmente a modificar un comportamiento inapropiado y reestablecer así nuestro equilibrio emocional; o más bien, tiene la finalidad de generar más sufrimiento innecesario y más culpa (en sentido coloquial, “machacarnos más”). 

La culpa disfuncional, en vez de resolver un problema, lo que hace es agravarlo e, incluso, convertirse ahora en el verdadero problema: ya no es posible desatarse de los “tentáculos de la culpa”, que lo invade todo. 

Es muy importante también tener en cuenta de qué se culpa uno y cómo lo hace (en forma de descalificación, de castigos, etc.). Para ello, hay que conocer bien a la parte castigadora, a nuestro juez interno. Ver, por ejemplo, si esta parte culpabilizadora e muy rígida e inflexible. Es necesario empezar a cuestionar cuáles son los presupuestos o mandatos desde los que se culpa. 

No olvidar que este juez interno es una parte de nosotros mismos, por lo que también tenemos que prestar atención a qué función está jugando en nuestro equilibrio emocional y de qué manera puede integrarse con el resto de nosotros.

Favorecemos así una integración de partes de nosotros que están disociadas y “peleadas” entre sí. Lo central es ver la causa de esa pelea y de dónde viene la necesidad del juez interno de ser tan exigente y, a veces, sádico. 

Más que ver estas dos partes de nosotros como dos aspectos separados y antagónicos, es más interesante explorar qué relación tienen entre ellos. Puede ser más fructífero reflexionar de qué manera la parte culpada y la culpabilizadora pueden “colaborar” para conseguir un mayor bienestar en nosotros mismos. 

Más que verlos como “opuestos irreconciliables”, como dos polos que no se tocan y como si fueran aspectos ajenos a nosotros mismos, puede ser útil favorecer un diálogo interno de lo que una y otra parte necesitan para poder convivir en relativa paz. Esto es, integrar las partes, para que sean más manejables y controlables. 

Tal y como plantea el reconocido psicoterapeuta argentino Norberto Levy en su libro La sabiduría de las emociones, es importante conseguir que la parte culpabilizadora aprenda a dejar de descalificar y castigar, para convertirse en una parte de nosotros mismos que nos enseña algo en la vida. Lo que viene a decir es que no se trata de eliminar ninguna parte de nosotros sino, más bien, de aprender a manejar e integrar todos los elementos de nuestra personalidad.

Consecuencias de sufrir un sentimiento de culpabilidad excesivo

El sentir un gran sentimiento de culpabilidad:

– Afecta a tu vida social.

– Los demás pueden dejar de respetarte y llegar a manipularte a través de la culpa.

– Complica las relaciones familiares.

– Tienes más estrés.

– Puedes sufrir problemas de salud o emocionales.

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